Crítica de La Voz de Hind: una película que ojalá nunca hubiésemos tenido que ver

Una película que ojalá nunca hubiésemos tenido que verla pero que, sin embargo, ahora es de obligado visionado.

Entre todas las películas del festival, ‘La voz de Hind’ es la que más merece nuestro tiempo. La ficción es un mero entretenimiento si la comparamos con la cruda barbarie palestina y ninguna película debería estar por delante de dicho genocidio. Aunque no optara a la Concha de oro (clasificada en la sección “Perlak”) ‘La voz de Hind’ es la verdaderamente imprescindible del festival.

La ONG Media Luna Roja recibe la llamada de una niña que ipso facto es asesinada por un tiroteo israelita. Su prima toma el relevo de la llamada y la ONG intentará a toda costa salvar a la niña de cinco años. Presa en un coche, y con los cadáveres de sus familiares en el mismo, Hind Rajab espera ser salvada durante un día entero.

Desgraciadamente, el rescate fracasa y la niña fallece en otro ataque del ejercito israelí.
Pese a definirse como ficción, la película parte de hechos reales y, es más, rescata la auténtica llamada telefónica entre la ONG e Hind Rajab. Cada grito de auxilio de la niña es un estrangulamiento al corazón y durante toda la película tu corazón permanece encogido.

No voy a reflexionar sobre los aspectos técnicos de la película porque, además de ser absurdo, considero que desviaría el foco de lo que es realmente crucial: la historia.

Conviene denunciar la masacre que están padeciendo las tierras palestinas en vez de ponerse a hablar de lenguaje cinematográfico o ambientes sonoros. Como he dicho antes, es estúpido y maquiavélico valorarla como obra artística y no juzgar el trozo de realidad que quiere contar.

Una pésima gestión… y nadie tiene la culpa


Es patética la enrevesada gestión para efectuar el rescate. Ocho minutos son los que se necesitaban en llegar a la gasolinera en la que estaba atrapada la niña y un día entero es lo que tardan en conseguir el dichoso permiso. El jefe de la ONG está paranoico con salirse de lo prestablecido y su indecisión ralentiza sobremanera la operación. Una rigidez en protocolos que de poco sirve para emergencias de este calibre.

La tensión se vive al máximo en todo momento y si Hind Rajab tardaba más de un segundo en
contestar, uno ya temía lo peor
. Es también irrisoria la falta de responsabilidad que se quita todo el mundo ante este asunto, creyendo que ya son empáticos solo por decir “lo siento pero…”.

‘La voz de Hind’ transcurre en todo momento en las oficinas de la ONG y el conflicto siempre es vía telefónica (recordando a la película danesa ‘El culpable’). La ansiedad, el pánico y la desesperación están presentes y cada uno lo manifiesta a su manera (un crudo retrato de mucho de los personajes). La película coge más fuerza al rescatar las imágenes reales del acribillamiento, con la ambulancia calcinada (recogiendo extremidades sueltas de las víctimas) o el coche en el que se refugió Hind Rajab (la salvaje cifra de treinta y seis balas que golpearon el automóvil).

Como K.O. final, la desoladora anécdota que cuenta la propia madre: Hind Rajab esperaba con ilusión que terminase la guerra para volver a la playa gazatí y jugar en la arena con su familia.

Mario Aranegui
Mario Aranegui
Soy Mario Aranegui. Estudié Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra e Interpretación en Arte Dramático en Réplika Teatro. Apasionado del cine, tengo mi propia productora (Tierra de por medio) donde escribo y dirijo cortometrajes originales. Como director o actor he conocido la parte escondida de las películas y soy un gran entusiasta de todo tipo de cine, pues creo que siempre enriquecerá tu lenguaje audiovisual.

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