Crítica de Black Phone 2: Scott Derrickson cambia el ritmo y crea a su propio Freddie Krueger

Regresa El Raptor en una segunda entrega que arriesga con un cambio de registro

Cuabndo se anunció que llegaba Black Phone 2 a los cines, a más de uno, entre los que me incluyo, se nos quedó cara de circunstancia al no entender muy bien cuál era el objetivo de esta segunda entrega. Una decisión que solo tendría sentido si Derrickson lograba transportarnos a un universo diferente para contarnos algo nuevo. Y lo ha conseguido. Más o menos.

Es innegable la labor del realizador por tratar de ampliar el tétrico universo de El Raptor (Ethan Hawke), y, aunque consigue grandes momentos de inquietud y perturbación, al final se queda en un producto más friendly y menos aterrador que su primera parte. Ojo, que eso no está mal, aplaudo el cambio de tono y el riesgo, pero da la sensación de que se queda a medio camino de muchas cosas.

Del mismo modo, el aroma a homenaje está presente en toda la cinta, desde un villano que ahora utiliza el mundo de las pesadillas para perseguir a la pareja de protagonistas, como el empleo de ciertos elementos que recuerdan a la cinta de Sinister y que, en mi opinión, son lo mejor de la cinta.

Black Phone 2: Scott Derrickson cambia el ritmo y crea a su propio Freddie Krueger

Pero, antes de meternos en faena, hagamos un pequeño contexto de lo que sucede en esta segunda parte. Regresamos a esta ciudad de Colorado para econtrarnos de nuevo con Finney (Mason Thames) y su hermana Gwen (Madeleine McGraw), ahora adolescentes. Ambos, sobre todo él, siguen marcados por lo que sucedió unos años atrás y siguen viviendo con su padre Terrence (Jeremy Davies). que ha dejabo de beber.

Todo parece ir bien, pero nada más lejos de la realidad, ya que Gwen comienza a tener una serie de terribles pesadillas que parecen estar relacionadas con El Raptor, que ha fijado su atención en la hermana de Finney desde el más allá. Ambos, junto a Ernesto (Miguel Mora), deberán ir a un campamento en mitad de la montaña que parece albergar el origen de este despiadado asesino…

El toque de Derrickson sigue inalterable en esta segunda entrega, dando rienda suelta a esa excelsa habilidad que tiene para crear grandes atmósferas y que lo distingue un poco de algunos de sus coetáneos más mainstream al centrarse más en este aspecto que en edificar jumpscares repetitivos. Y es cierto que conozco pocos directores que lo consigan mejor que él.

Y lo cierto es que, durante gran parte del film, el director consigue llevarte a su terreno y por donde quiere, rescatando el granulado de las cámaras de súper 8 que tanta perturbación generaron en Sinister, una de las mejores películas de terror de todos los tiempos, para mostrarnos unas imágenes aterrasdoras y que sirven como presagio de que nos adentrarmos en el terreno onírico del monstruo.

Por otro lado, también hay que añadir que, aunque le sienta bien el cambio de ritmo, parecen no terminar de funcionar del todo en esta especie de mezcla de géneros. La película parece perderse un poco entre el lado más gore y salvaje que abraza en esta secuela, con la atmósfera inquietante que nos impactó tanto con la primera.

En cualquier caso, el resultado, cómo no podía ser de otra manera, es una cinta de lo más entretenida y que encantará a los fans del género. Una historia retorcida y oscura marca de la casa, con imágenes de lo más perturbadoras y un Ethan Hawke que vuelve a ponernos la piel de gallina una vez más con su ya memorable El Raptor.

Juan Martín Barcelona
Juan Martín Barcelona
Soy Juan Martín, copywriter y redactor. Estudié Historia en la Universidad de Granada y cursé un Master en la Universidad Rey Juan Carlos sobre Cine, TV y Medios Interactivos. Comencé a escribir contenidos allá por el 2018 y no he hecho otra cosa desde entonces. Soy cofundador del blog de F de Film y colaboro con otros medios como Mujerhoy escribiendo sobre cine y series, mi gran pasión.

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