Crítica de Ballad of a Small Player: Edward Berger no repite la frescura de Cónclave

Después de triunfar con “Cónclave”, Edward Berger vuelve a la gran pantalla con un thriller efímero. Un guion desinflado y aburrido, que casi nunca llega a ser interesante.

La nueva película de Edward Berger, ‘Ballad of a Small Player’, sigue la historia de Lord Doyle (o al menos así se hace llamar).

Desde el principio, le vemos el plumero al ser un ludópata buscavidas que, en vez de saldar sus deudas, las agranda. A punto de ahogarse en sus propios problemas, una empleada de casino le ayuda a salir del atolladero. La película sigue la trama típica de casinos y juegos de apuestas añadiendo figuras fantasmagóricas que acompañan a los jugadores más afortunados.

El fallo que encuentro a la película es que tiene un rumbo incierto. Aparte de solventar sus deudas, Colin Farrell deambula en Macao sin la urgencia que se supone que debe tener alguien bajo sus circunstancias.

La trama pretende ser original, pero acaba en un batiburrillo desaprovechado e insignificante. El punto fuerte sería ese halo de misterio con el más allá, ¿no? No obstante, la forma de transmitir ese misticismo es chapucera con efectos digitales cutres. Sorprende que, bajo un presupuesto ostentoso de Netflix, hayan resuelto con tan poco mimo esas cuestiones.

Una película muy confusa

Sus ideas son fáciles de entrever. El peso de la adicción, la importancia espiritual y los riesgos del juego (como muy bien dicen “el que gana muere antes frente al que pierde”). Su facilidad no incita a excavar y lo que ves es lo que hay. La trama romántica es extraña por su causalidad. No entiendes muy bien de dónde nace y su intensidad chirría (aunque la escena de ellos hablando mientras fuman es muy bonita).

Tilda Swinton acepta hacer el ridículo con un personaje cliché (la escena postcréditos es un
meme). Su supuesto contrincante es gratuito y ni en los minutos que chupa cámara es
interesante.

Conforme avanza, la tensión decae y ni el giro final llega a ser satisfactorio. Además de
ser evidente, está abordado con poca elegancia. Una estética hortera y una edición de
sonido que roza la dentera tampoco ayudan mucho.

Al final, termina siendo una de esas pelis con un cinco raspao. Te puede ayudar a desconectar, pero es difícil imaginar que pueda llegar a ser la película favorita de alguien.

Sin conocer los precedentes, simplemente parece la peli típica de encargo con un director en piloto automático. ‘Ballad of a small player’ pasará sin pena ni gloria por las salas de cine y acabará en el ya enorme catálogo de Netflix. Probablemente, caiga en el olvido y tras unos años ni nos acordemos de ella.

Mario Aranegui
Mario Aranegui
Soy Mario Aranegui. Estudié Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra e Interpretación en Arte Dramático en Réplika Teatro. Apasionado del cine, tengo mi propia productora (Tierra de por medio) donde escribo y dirijo cortometrajes originales. Como director o actor he conocido la parte escondida de las películas y soy un gran entusiasta de todo tipo de cine, pues creo que siempre enriquecerá tu lenguaje audiovisual.

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