Es innegable que los hermanos Safdie cada vez dan pasitos hacia un cine más accesible. Lejos quedan sus primeros hijos, bajo la estela del “mumblecore”, donde los principios del cine independiente sobresalían. No obstante, en este caso Benny en solitario, la magnitud del proyecto no le hace pequeño y se corona con una película formidable y robusta.
Es probable que este año escuchemos más de una vez el apellido “Safdie”. Ambos se encauzan en proyectos en solitario (su hermano Josh nos aguardará en diciembre con ‘Marty Supreme’) y es probable que los Oscars les brinden la oportunidad de conseguir alguna estatuilla.
No obstante, sería injusto olvidarse de las películas que ya han hecho y que todas cumplen con una destreza impecable. Desde sus inicios más recónditos con la exquisita ‘Daddy Longlegs’ (película lowcost) hasta las insuperables ‘Good time’ y ‘Uncut Gems’. Y es que a estos grandísimos cineastas se les compara con, ni más ni menos, el padre del cine independiente: John Cassavetes.
El punto de vista de la cámara en sus películas recuerda a las del neoyorquino, el zoom con su connotación “voyeur” es inevitable y la libertad, en la que se desenvuelven los actores, deslumbrante.
Con todas estas virtudes, ‘The Smashing Machine’ cuenta la historia de Mark Kerr, uno de los pioneros de la UFC. Benny tiene especial debilidad por el declive humano. No solo por los personajes que escribe sino también por el casting que escoge (Dwayne Johnson defiende con creces un papel peliagudo).

Por ello, la película se centra en el derrumbe de la carrera del luchador. Esta elección ya satisface por sí misma, pues no cumple con la trillada fórmula de biopics en la gran pantalla. Como he dicho mantes, la clave es la distancia que toma la cámara con los personajes. Esa distancia limita el riesgo de caer en el melodrama con primeros planos recargados de dramatismo. Como si fuera casi un documental, seguimos la vida de Mark desde fuera y, en ningún momento, Benny nos da la posibilidad de ser un personaje.
Las escenas de pareja recuerdan casi a conflictos que hemos visto en realities shows con
cámara oculta. Y, lejos de ser una pega, es un respeto hacia los distintos formatos que el cine nos puede dar. Los Safdie destacan por llevar el cine (tanto sus tramas como su puesta en escena) a ras de suelo, a la calle y con propuestas sucias y canallas (muy lejano a la pulcritud visual que predomina en la industria).
No obstante, es cierto que su atrevida puesta en escena puede jugar en su contra. Y es que, si sales, es muy probable que te cueste volver a entrar. Es más fácil prestar atención cuando nos plantan a los personajes en primeros planos que seguirles con encuadres generales (pasaba con el cine de Cassavetes y sucede también aquí).
‘The Smashing Machine’ nos pide un poco de esfuerzo y con un guion, que tampoco es soberbio, el peligro de repudiarla es alto (consecuencia de ello es su pobre recaudación). Benny Safdie fue, es y será una figura a tener en cuenta en el panorama. Fiel a sus principios, nos trae propuestas románticas y radicales sobre “¿cómo se hace cine?”.
Nombres como el suyo son necesarios para que el lenguaje cinematográfico siga evolucionando. Acostumbrados a consumir puestas en escena recargadas, Benny es valiente y desnuda sus películas, dejándonos solos con los personajes sin intermediarios técnicos.
Más allá de gustos, ‘The Smashing Machine’ es una película importante que merece existir y ser vista.
(Guardo especial cariño a la secuencia del parque de atracciones)