Aronofsky, uno de esos directores que marcaban tendencia hasta hace poco y que con cada proyecto levantaba una enorme expectación, ha regresado para presentar un proyecto diferente al resto de su filmografía y que se acerca un poco más al código mainstream. Interesante, atrevida y cuenta con uno de los rostros más conocidos en la actualidad como es el de Austin Butler.
La cinta guarda muchas de las maneras clásicas del director de Cisne Negro, que construye una trama con un gusto exquisito y una colección de planos que acompañan de manera fantástica al guión ideado por Charlie Huston, autor de la novela homónima que da forma a la película.
El que tuvo retuvo, y por supuesto que el gran de Darren sigue estando en esa torna de directores diferentes y atrevidos que tratan siempre de dar una vuelta de tuerca ofreciendo escenas memorables (cómo olvidar esa persecución por mitad de Flushing Meadows) o el nivel de detalle con esos tiros de cámara subiliminales marca de la casa y que siempre enriquecen la narrativa del talentoso realizador de Brooklyn.
Una serie de catastróficas desdichas
Estamos en el Nueva York de los años 90 y la vida parece sonreír a Hank Thompson (Austin Butler), un fenómeno del béisbol de instituto que tuvo que dejar de jugar. Trabaja de camarero en un bar del Lower East Side Village de Nueva York, tiene una novia fantástica (Zoë Kravitz) y su equipo, los San Francisco Giants, están luchando por el campeonato.

Pero todo cambia de la noche a la mañana cuando su vecino Russ (Matt Smith), un punki británico, se va de viaje y le pide que cuide al gato. Es entonces cuando se dispara una compleja trama llena de enredos y gángsteres que parececen querer algo que de Hank, que pasa a luchar por su vida en una peligrosa carrera a contrarreloj por salvar la vida.
Lo cierto es que la trama no podría ser más divertida y fresca, dibujando una concatenación de disparatados sucesos y muchas idas y vueltas que se hace verdaderamente irresistible. Un ejercicio brillante que dan ganas de mostrar en las escuelas de cine para enseñar cómo se debe hacer una cinta entretenida y memorable sin necesidad de tantas florituras.
Un reparto en estado de gracia
Cada aparición de este grupo de gángsteres de lo más variopinto eleva el tono general de la cinta, subiendo la apuesta para que el siguiente tenga que doblar esfuerzos para ser conseguir ser más memorable. Liev Schreiber, Vincent D’ Onofrio, un sorprendente Bad Bunny o la siempre efectiva Regina King, entre otros, completan un casting brillante y muy bien escogido.
Hay que admitir que, con casi toda seguridad estemos ante la película más diferente de toda la filmografía del celebrado director de Pi, logrando asumir un rol menos determinante en pos de dar más relevancia a la historia, pero eso no quiere decir que no encontremos algunos elementos característicos de su fimografía que te animo a que descrubras por tu cuenta en la sala de cine.
No te arrepentirás.