¡Qué alegría comprobar que Alice Winocour sigue atinada con otra película maravillosa llena de afecto y solidaridad! ‘Couture’ es una película conmovedora y emociona por todos sus poros. Una declaración de amor a todas las mujeres que velan por el bienestar de sus compañeras.
Nos sumergimos en la Semana de la Moda de París. Entre todas las personas que participan en dicho evento, nos centramos en tres mujeres. La protagonista es Maxine, directora de cine encargada de rodar el short film de la pasarela (Angelina Jolie). Después tenemos a Ada, una modelo amateur que acaba de llegar de Kenia con la tremenda responsabilidad de sustentar a su familia. Por último, Angèle es una maquilladora empática y amable cuyo sueño es ser escritora. Tres historias que cada una podría dar una película aparte pero que juntas se aúpan recíprocamente construyendo un hermoso relato.
Esta decisión narrativa es crucial, ya que enfatiza más si cabe lo que se pretende contar. Ante las adversidades que sufren nuestras protagonistas, son casi siempre otras mujeres las que les ayudan a seguir luchando. A veces, con un gesto diminuto, que, aún así, conmueve tanto como el detalle romántico más pomposo (piel de gallina con la escena de la sala de espera). Otras, con un consejo idóneo en el momento oportuno (“Seguro que encuentras el momento de hacerlo”). Y podría enumerar muchísimos ademanes más pero sería rebajar su belleza (mis palabras no alcanzan las imágenes de la película).

Una Angelina Jolie sobresaliente
Con una Angelina Jolie sobresaliente, recibimos la noticia que nadie está preparado a escuchar: el cáncer. Para más inri, este revés se da a un mes del esperado rodaje de su próxima película. Un jarro de agua fría que pone patas arriba su vida. En medio de esta crisis, encontrará el afecto en un hombre, dándonos una tierna escena de “no sexo”. Maxine nos regala una conversación por teléfono no apta para sensibles con su hija viniéndonos a decir que una madre, sin importar donde esté, siempre nos indicará el camino a casa.
Ada destaca por su madurez con apenas dieciocho años. Pese a mudarse a un continente nuevo y sobrevivir en un trabajo electrizante, su corazón elige primero a su familia y, además, construirá un lazo inesperado con una modelo ucraniana (y es que, pese a ser de distintos países, ambas han sufrido las consecuencias de una guerra).
Y, finalmente, es imposible no enternecerse con nuestra maquilladora favorita. Alice Winocour no pudo dar más en el clavo con la profesión que le brindó a Angèle. Una maquilladora con entrañas de escritora tiene la virtud de detectar al milímetro las emociones faciales (lo que transmite una mirada alicaída o una sonrisa entrecortada).
Teniendo que gestionar las absurdas críticas de hombres, Angèle ve en sus tiempos muertos discursos de Marguerite Duras para encontrar el sentido de la escritura. ¡Y vaya si lo encuentra! De fondo, más mujeres aportan su granito de arena. Desde la modista que cose un trozo de pelo en el vestido porque da buena suerte hasta la modelo que ayuda económicamente a Ada sin apenas conocerla. Y lo más bonito es que la directora no se suelta del cariño que le tiene a la vida. La agarra con tanta fuerza que puede llegar a doler.
En el momento más triste, elegimos mirar por la ventana y ver la barraca que zarandea a tantas personas felices.