Hemos podido ver ‘La casa al final de la curva’ antes de su estreno y las sensaciones son de lo más variadas. De una parte, partimos de una premisa interesantísima con buenas actuaciones por parte de su reparto principal, pero, por otro lado, la cinta acaba siendo engullida por su propia historia para ofrecer un producto final que se acerca más a lo convencional.
La historia, basada en un relato del autor Russell Wangersky, nos narra hasta qué punto puede llegar la obsesión, reflejada en el papel al que da vida Ben Foster, que ofrece una interpretación brillante y cargada de matices que se convierte en el principal aliciente para que el espectador entre el juego que plantea el director y guionista de la cinta, Jason Buxton (‘Blackbird’).
Junto a Foster, tenemos a Cobie Smulders (‘Como conocí a vuestra madre’) como el otro gran reclamo de la producción. Acompañan otros intérpretes como Gavin Drea (‘Bodas de infarto’), Alexandra Castillo (‘The Boys’), Reid Price (‘Chapelwaite’) o el debutante William Kosovic.
Una curva peligrosa
Josh (Ben Foster) y Rachel (Cobie Smulders) forman una familia feliz junto a su hijo Max (William Kosovic). Los tres se acaban de mudar a una casa impresionante a las afueras de la ciudad y que han conseguido a un sorprendente precio de lo más competitivo. Todo parece ir como la seda, pero en la primera noche que pasan en la casa sucede un terrible accidente que le cuesta la vida a un adolescente.

Un hecho de lo más traumático que provoca un shock muy fuerte en la familia, sobre todo en un Josh que queda totalmente conmocionado al sentirse incapaz de haber podido hacer nada para ayudar. Poco a poco, la obsesión por los accidentes automovilísticos comienza a apoderarse de él hasta un nivel enfermizo y superando barreras que ponen en peligro el bienestar propio y de su familia.
Un ejercicio muy interesante que se sostiene sobre los hombros de un Ben Foster que lleva el principal peso narrativo de la película, bien filmada por un Buxton que vuelve a presentarnos a otro personaje al límite como ya hizo con ‘Blackbird’. La escalada de la obsesión de Josh, in crescendo, mantiene el pulso narrativo de la historia, al menos en la primera mitad de la cinta.
El problema de ‘La casa al final de la curva’ es algo que sucede también con otras producciones similares: premisas interesantes que no terminan de llegar a buen puerto, como sucedió con ‘La maldición del Queen Mary‘, cuya crítica puedes leer aquí. La cinta protagonizada por Foster es entretenida y mantiene un buen ritmo, pero el final se sienta algo atropellado y desdibuja su propio punto de partida tan diferente y raro para acabar teniendo un cierre de lo más convencional.