Crítica de Blue Moon: Los entresijos musicales del que no triunfa

Blue Moon es una experiencia casi inmersiva cuya cercanía es frágil y arrebatadora.

La filmografía de Linklater es más que envidiable. Y no es exagerar si lo tildamos como maestro del tiempo en el cine. No le da miedo abarcar cantidades ingentes de años (sin ir más lejos, ahora se encuentra en un rodaje que durará veinte años para una película musical) y tampoco teme a la precisión quirúrgica de centrarse en solo un momento presente.

‘Blue Moon’ entraría en este segundo grupo junto a grandísimas películas como ‘Dazed and confused’ o ‘Apolo 10 ½’, ya que Linklater captura dos horas casi exactas en un bar de los años 40 donde un letrista transita el incómodo momento de ver cómo su compañero de trabajo abarca todos los focos.

Basada en personajes reales, el protagonista sería el ilustre letrista Lorenz Hart, un tipo difícil de tratar por su evidente ego y su, también, evidente problema con el alcohol. En la noche del 31 de marzo de 1943, su antiguo compi creativo Richard Rodgers triunfa con mayúsculas en el estreno de su musical ‘¡Oklahoma!’.

Hart es quien nos acompaña en todo momento y al que le veremos sufrir duras emociones como la envidia o el desamor. Los celos y el dolor por sentirse apartado le corroen tanto que no puede dejar de criticar el musical del otro (menospreciando los diálogos o hasta burlándose del signo de exclamación del título). Básicamente, es el tipo de persona que necesita hundir a los demás para sobresalir su figura.

Para ello, Ethan Hawke asume un compromiso total con un personaje manierista, lleno de vicios y tremendamente podrido. ¡Pero, ojo! Todos estos matices los puedo mencionar gracias a que Hawke nos los ha hecho ver con su interpretación. Por eso, el papel del actor es tan necesario en la ficción, ya que nos regala oportunidades para bucear cuanto queramos en la historia. Si bien es cierto que la dirección de Linklater rema a favor también con encuadres donde el letrista queda empequeñecido (desde en la barra del bar hasta cuando habla con su compi Richard Rogers).

‘Blue Moon’ (en honor a la famosa canción que Hart escribió) es cómoda pues nunca saldrá del bar una vez entre. A lo largo de la noche, Hart tendrá distintos encuentros que le dejarán cada vez más tocado. Recién llegado, celebra un “inminente” encuentro amoroso con una universitaria o desde la barra raja del musical sin piedad (aunque luego le regale los oídos a su compañero con palabras rimbombantes).

En cada encuentro, intentará encontrar la excusa idónea que justifique dar un trago a la copa del otro (la primera que le dice al camarero es icónica “quiero sentir el color ámbar del vaso en mi mano”).

Como he dicho antes, Ethan Hawke es el elemento fijo y el resto del elenco aparece de uno en uno para conversar un ratito con el protagonista. Margaret Qualley es la joven universitaria de la que “todo el mundo se enamora” y su inocencia encandila a la cámara. La conversación de los dos escondidos en el ropero es un cóctel de emociones: desoladora, ingenua, siniestra y puramente romántica (“¿recorrerías pormí todos esos kilómetros?”).

Andrew Scott es Rodgers y sus escenas no pueden estar mejor escritas. Scott sin hacer mucho consigue transmitir el hartazgo y cariño que guarda en su compañero. Su mirada siempre ha sido y será su fuerte, pues pocos ojos tiemblan como los suyos. No busquéis en esta película acciones trepidantes porque os chafaréis la experiencia. Confiad y tomad una copa como un cliente más.

Poned la oreja y escuchad todos los chismes que podáis. Cerrad los ojos y disfrutad del piano en directo. Brindad y disfrutad de una película tan especial de la mano del director que hace mágico todo lo que toca.

Mario Aranegui
Mario Aranegui
Soy Mario Aranegui. Estudié Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra e Interpretación en Arte Dramático en Réplika Teatro. Apasionado del cine, tengo mi propia productora (Tierra de por medio) donde escribo y dirijo cortometrajes originales. Como director o actor he conocido la parte escondida de las películas y soy un gran entusiasta de todo tipo de cine, pues creo que siempre enriquecerá tu lenguaje audiovisual.

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