Si hay una cosa que está dejando clara esta serie de El Pingüino es el sobresaliente instinto de supervivencia de Oz, capaz de sortear, de forma muy creíble, todos los envites a los que tiene que hacer frente. Ya es la segunda vez que salva el pescuezo por los pelos en lo que va de serie, y todo parece indicar que no será la última.
Este segundo episodio, estrenado hoy en Max, nos ayuda a consolidar un poco más el arco narrativo de los personajes y sus intenciones, aportando también ideas nuevas y dejando abiertos nuevos frentes que resultan del todo interesantes. Vemos a un Pingüino que se sobrepone con soltura al juego a tres bandas que él mismo se ha buscado, y a una Sofía, aka El Ahorcado, que parece una bomba de relojería a punto de estallar.
El Pingüino y el Ahorcado
Efectivamente, parece que nuestros dos protagonistas están condenados a entenderse y, a partir del tercer episodio, ambos trabajarán codo con codo en una alianza con el objetivo de acabar con la familia Falcone. Un arreglo que ha venido precedido por los tejemanejes del ladino Oz Cobb, que logra convencer a todos los bandos de que no está en contra de ninguno.
Lo primero, vayamos por partes. El Pingüino tiene un cara a cara con la familia Maroni en prisión algo que, tal y como indicamos en el artículo del capítulo anterior podía pasar, lo amenaza con delatarlo a los Falcone, pero Oz consigue convencer a Sal Maroni de que aquello le beneficia y le hace fuerte frente a la familia rival.
Sofía y su enigmático pasado en Arkham
Posteriormente, vemos a una Sofia en una sesión con su terapeuta Julian Rush (Theo Rossi) tratando de superar el shock por la muerte de su hermano Alberto y descubrimos que aún arrastra muchos traumas de su paso por Arkham. Del mismo modo, descubrimos que la condenaron por matar a siete mujeres y que, recientemente, le conmutaron la pena, por lo que aún no sabemos qué pudo pasar y si ella fue realmente la perpetradora de los mismos.
Lo que sí podemos asegurar es que se siente señalada por la gente, incluida su familia, que no entiende cómo ha podido salir en libertad y siendo pisoteada de forma constante por los cabecillas de la mafia, Milo (James Maddio) y Johnny Vitti (Michael Kelly). Mientras Oz ayuda a los Maroni a dar un golpe y robarles un cargamento de drop y los Falcone rabian, ella es la única que se da cuenta de que tiene que haber un topo dentro que los haya ayudado. Su tío Luca (Scott Cohen), el nuevo cabeza de familia, la manda a velar por su hermano en vez de escucharla…
Un funeral de muerte
La serie ha arrancado con tanta fuerza, gracias, sobre todo, a la enorme puesta en escena y el buen pulso de Craig Zobel a la hora de rodar. Algo que se aprecia muy bien en los continuos cambios de escenarios que van sucediendo en el funeral de Alberto en torno al baile que marca El Pingüino.
Por un lado, un policía corrupto secuestra del hospital a uno de los Maroni que sobrevivió al robo del drop y se lo entrega a Sofia, que lo encierra en el sótano esperando a que despierte. De otra parte Oz, que llega tarde por los desvaríos de su senil madre, se da cuenta de la situación y se las ingenia para que los Falcone se enteren de lo que Sofia ha hecho. Una distracción que pretende coronar colocando unas joyas en el coche de Vitti para que quede él como el topo, pero Vic, su protegido, falla en la misión, por lo que toca improvisar y decide matar al prisionero para que no lo delate.
En un final muy bien rodado y frenético, Oz logra colocarle la navaja en un forcejeo al guardaespaldas personal de Sofia, que queda como el topo y muere a manos de Luca. Este además, tiene la desfachatez de decirle a su sobrina que tiene que irse de Gotham. Sofia, despechada por el injusto trato recibido, llama entonces a la única persona en la que cree poder confiar en ese momento, que no es otro que El Pingüino, para ir contra su tío y descabezar a la familia Falcone.
