Hemos podido ver ‘Megan 2‘ antes de tiempo y la revolución que supone la película respecto a la predecesora es un salto bestial, con cambio de género incluido. Una apuesta de lo más arriesgada y que le ha sentado fenomenalmente bien a la cinta, que ha decidido mover ficha y ofrecer algo diferente en vez de repetir patrones, lo que habla muy bien sobre Blumhouse como la productora atrevida e irreverente que lleva tanto tiempo tratando de demostrar.
Un tono diferente y más socarrón está presente durante toda la cinta, que eleva la apuesta hasta convertirse en una trama de espionaje y acción bastante acertada e interesante en el que destaca de nuevo una Megan ahora más crecida y respondona. Todo funciona en la película dirigida nuevamente Gerard Johnstone, que en esta ocasión también se encarga de la escritura del libreto basándose en los personajes creados por Akela Cooper, guionista de la primera entrega.
Una nueva amenaza
El panorama en esta secuela es bien diferente en Megan 2 al de la anterior, con una Gemma (Allison Williams) más concienciada sobre los peligros de la IA tras lo acontencido con la diabólica Megan, con lo que se acaba convirtiendo en una firme defensora de las regulaciones hacia la tecnología y que advierte sobre los peligros de esta. Por otro lado, Cady (Violet McGraw), su sobrina adoptada, sobrelleva el trauma sufrido lo mejor posible afrontando la primera etapa de la adolescencia.
Todo estalla por los aires cuando hace acto de aparición una nueva y peligrosa amenaza que no solo pone en riesgo la vida de las dos protagonistas, sino el futuro de toda la humanidad. Es entonces cuando Gemma llega a la conclusión de que la única opción de sobrevivir es resucitar a Megan y dotarla de nuevas habilidades que la conviertan en una auténtica máquina de matar.

Más Megan que nunca
Es entonces cuando la cinta da un giro de 180 grados respecto a la anterior, de un corte más terrorífico, y afronta un nuevo género más enfocado en la comedia con tintes autoparódicos que sorprede, y mucho. Su principal virtud reside en la capacidad que tiene de reírse de sí misma y en el descaro y la valentía de ofrecer un cambio tan drástico que desdibuja al espectador y que se hace tan sumamente entretenido.
Por otro lado, Megan 2 pierde cualquier tipo de conexión con la correcta historia de terror de la película de 2022, pareciendo que se tratase de un borrón y cuenta nueva. Pero también es cierto que, como ya ha sucedido cuando Bloomhouse ha intentado alargar las tramas de películas exitosas de terror con secuelas innecesarias y repetitivas, aquí creo que aciertan, siguiendo la estela de ‘Insidious’ 1 y 2 o ‘Feliz día de tu muerte’ y su secuela.