Pudimos ver antes de tiempo ‘G20‘, el próximo gran lanzamiento de Prime Video, una cinta que protagoniza Viola Davis encarnando a la combativa presidenta de los Estados Unidos que tiene que hacer frente a un intrincado plan orquestado por el temido Rutledge (Anthony Starr) durante la celebración de una convención del G20 en Sudáfrica.
Junto a ellos tenemos un casting competente en el que destacan Anthony Anderson (‘Black-ish’), Ramón Rodríguez (‘Will Trent’), Marsai Martin (‘Pequeño gran problema’), Douglas Hodge (‘Joker’) y Elizabeth Marvel (‘Valor de ley’), entre muchos otros. A los mandos, una eficiente Patricia Riggen (Los 33: una historia de esperanza).
La cinta no va mucho más allá de lo que mostraba su espectacular trailer, ofreciendo exactamente lo que promete: acción y entretenimiento pero sin superar la línea media de los estrenos similares que inundan las salas de cine y las plataformas de streaming cada año.
Acción algo descafeinada
Como empezaba diciendo en esta crítica sobre G20, la cinta no desentona con otras propuestas de Prime Video dejando una sensación de que se trata de una historia ya muchas veces vista en la gran pantalla y que no rompe la dinámica de un género que no termina de despuntar desde hace tiempo.
Y es que G20 sigue el mismo patrón que todas estas: grandísimos efectos visuales y escenas de acción espectaculares, pero con la sensación de artificial. Y ojo, que eso está bien, es imposible que la película te aburra, pero creo que tenían argumentos para hacer algo con más calado.
Sobre todo porque la historia y el villano son interesantes y, sobre todo, creo que Anthony Starr está algo desaprovechado con un trasfondo en la línea y que no desentona de lo que ya hemos visto mil veces. Algo similar sucede con la Presidenta Danielle Sutton, interpretada por una Viola Davis que dota de alma a su protagonista, pero que tampoco puede ofrecer mucho más.
La Presidenta contra el mundo
Lo que sí queda claro es que la actriz de ‘La Duda’ ofrece aquí un registro muy interesante como heroína de acción en toda regla y cada vez que aparece en pantalla la película gana en interés y en calidad. Derrocha carisma y aumenta las pulsaciones, y creo que es una pena que todos los demás en ‘G20’ no le sigan el ritmo.
Y es aquí donde vuelvo a hacer referencia en lo referente a Starr, que representa a un villano que parece que viene con una historia personal muy fuerte pero que, por la torpeza del guion, se queda un poco sosa y hace que su figura, imponente y controladora durante todo el film, se vea reducida al villano genérico de cualquier producción de acción de los últimos años.
Insisto, si algo quiero dejar claro en esta crítica de G20 es que todo esto no hace que el producto pierda fuelle, porque resulta bastante entretenida, pero por ese motivo deja una sensación agridulce de ocasión perdida.
