Hemos asistido al preestreno de Con el agua al cuello, y lo cierto es que me dejó buen sabor de boca sin ser ninguna propuesta sorprendente o que se aleje demasiado de lo habitual del género. Una historia sencilla sobre la paternidad muy bien interpretada por Michael Keaton, que viene de estrenar también la interesante El Método Knox.
Temas como los padres ausentes, la adicción al trabajo y la evolución del papel del progenitor en la sociedad, sobrevuelan esta predecible, pero entrañable, comedia dramática. Detrás de las cámaras se encuentra la guionista y realizadora Hallie Meyers-Shyer en su segundo proyecto como directora.
La hija del fallecido Charles Shyer (El padre de la novia, Baby tú vales mucho, o Alfie) presenta en este proyecto una mayor fortaleza y capacidad para contar una historia que con De vuelta a casa (2017), su primer, y fallido, largometraje con Reese Witherspoon. Con el agua al cuello nos presenta un arco mucho mejor cerrado y unos personajes bastante más trabajados.
Antes de entrar en materia, os voy dejando por aquí el trailer.
Nunca es tarde para cambiar…
La, aparentemente, perfecta vida de Andy Goodrich se va al traste cuando su segunda esposa entra en una clínica de rehabilitación, dejándolo al cargo de sus dos hijos mellizos de 9 años. Para sobrellevar la situación se apoya en su hija mayor Grace (Mila Kunis), fruto de su primer matrimonio. Al mismo tiempo, la pequeña galería que posee y en la que Andy ha depositado toda su energía durante casi 30 años no pasa, precisamente, por su mejor momento…
Por el argumento, al igual que me pasó a mí, puede que te imagines la clásica comedia de enredos de padre maduro en apuros. Nada más lejos de la realidad, puesto que, aunque la cinta sobrevuela ese argumento, lo hace con brillantez. Nos muestra a Andy haciendo frenrte a sus nuevas responsabilidades llevando a sus hijos al colegio o preparándoles la cena, pero sin espacio para chistes manidos y casposos.
Creo que el acierto de la directora es que expone de forma inteligente esta nueva realidad en la que todos estamos de acuerdo. Aquella en la que el progenitor debe ser una parte activa de la crianza de sus hijos. En otras palabras, no es ningún sacrificio trabajar menos para pasar más tiempo con los tuyos y el trabajo no lo es todo.
Gracias a Iñárritu por traernos de vuelta a Michael Keaton
No me considero un gran fan del director mejicano, pero qué queréis que os diga, si no llega a ser por él, posiblemente Michael Keaton seguiría siendo aquel actor que hizo de Batman y que deambulaba por producciones de medio pelo o con aportaciones muy secundarias. Un intérprete que, podrá gustar más o menos, pero que siempre cumple y que derrocha carisma y naturalidad en cada papel.
Seguramente, este proyecto se hubiese quedado en algo más anecdótico o insulso sin él, que se roba cada secuencia y que eleva el nivel de la película en cada intervención. Lo cierto es, que teniendo en cuenta la historia que se cuenta aquí, podría haber conducido su papel a algo más liviano y cómico, pero le aporta un tono más dramático que logra conectar muy bien con el público y somos testigos de la evolución que va teniendo el personaje.
Sin duda, lo mejor de Con el agua al cuello es la relación de Andy con Grace, muy bien interpretada por una Mila Kunis que, junto al propio Keaton, ejerce también de productora del film. Su papel es la principal contraparte del protagonista y las escenas que comparten ambos son las más interesantes.
Además, estos encuentros son el eje central que hace girar la trama y son fundamentales para conocer más en profundidad a los dos protagonistas y las huellas que dejaron los actos de Andy en Grace, que se roba la mejor escena de la película en el tramo final. Muy recomendable para pasar un rato agradable.
