Nota F de Film
Hemos podido ver Ciudad de Asfalto antes de su estreno en cines. La última cinta de Sean Penn, dirigida por el francés Jean-Stéphane Sauvaire (Una oración antes del amanecer), nos cuenta la crudeza y la hostilidad que viven cada día los paramédicos de la ciudad de Nueva York.
La película, co-protagonizada por un Tye Sheridan venido a menos, resulta irregular y deja un regusto decepcionante de oportunidad perdida y queda muy alejada de otros dramas estrenados este año. Y puede que parte de esas expectativas recaigan sobre un trailer que quizá planteaba un tono diferente al que realmente se ve en la película.
Ciudad de Asfalto y la caída de Sean Penn
Aún recuerdo cuando el nombre de Sean Penn era sinónimo de buen cine. Desde su merecidísimo Óscar como Harvey Milk en 2008, su carrera ha ido dando tumbos hasta convertirse en una especie de parodia de sí mismo con proyectos cada vez peores y prescindibles.
Lo cierto es que Ciudad de Asfalto empieza de manera interesante, presentándonos a Ollie (Sheridan), un joven estudiante de Medicina que comienza a trabajar como paramédico en una ambulancia con el veterano Rut (Penn), curtido en mil batallas.
La Nueva York que nos pinta Sauvaire es una imagen de lo más cruda y fría y que parece que no tiene salvación. Una jungla en toda regla donde se aplica la ley del más fuerte y con unos conductores de ambulancia que enfrentan los horrores que ven cada día como mejor pueden.
Un experimento fallido
Hasta ahí todo bien, pero esa representación tan cruda acaba resultando excesiva y hace que todo lo que vemos acabe por parecernos demasiado artificial. Especialmente el papel de Lafontaine (Michael Pitt), totalmente fuera de tono y de lo más histriónico, reflejo de unos personajes distantes, alejados de la realidad y con los que es difícil empatizar.
El aprendizaje que supone la experiencia con Rut en la ambulancia va marcando la estancia del joven protagonista en la ciudad, en la que le vemos deambular sin tener muy claro cuál es su rumbo. Descubrimos que Ollie, por encima de todo, trata de sobrevivir y estudiar para su examen de acceso a la Facultad de Medicina.
No todo es malo en Ciudad de Asfalto, pero es cierto que el director trata de reflejar la lucha interna del personaje. Una idea que no terminar funcionar, ya que la propia frialdad que marca la película juega en contra suya, y llegamos a la parte final sin entender demasiado bien a Ollie o sus motivaciones.
