La ficción de Max sigue empeñada en desvincularse de todo lo que la relacione con superhéroes. Ya el primer capítulo, como hemos mencionado en otras ocasiones, fue toda una declaración de intenciones con un inicio espectacular. He de reconocer que a mí, al igual que a todos, me encantaría ver a Robert Pattinson intervenir en algún momento disfrazado de Batman y enfrentarse a todo lo que se está generando en Gotham, pero, tras ver el episodio 6 de El Pingüino pienso: ¿es realmente necesario? Y la respuesta es un no rotundo.
La serie es lo suficientemente fuerte, rica y sólida como para poder prescindir del denominado «mejor detective del mundo». Y eso es mucho decir, porque por una vez, y de una forma mucho más adulta y siniestra que Gotham, podemos ver una ficción sobre la ciudad, sin anhelar o necesitar la aparición de Bruce Wayne y su álter ego. ¿Y acaso eso no es sencillamente genial? Podemos ver otra cara de una urbe en ruinas que nos cuenta las andanzas de Oz, ese ambicioso chófer venido a más que quiere llegar a la cima cueste lo que cueste. Ya avisábamos en la preview del episodio 6 que El Pingüino estaba levantando un imperio, y parece que al final lo va a conseguir…
Una ciudad en ruinas
El regreso de Oz, aún sigo flipando a veces con que sea Colin Farrell, al devastado barrio de su infancia le impulsa a tratar de cumplir su sueño de convertirse en un gángster respetado y que protege a los pobres como su idolatrado Rex Calabrese. Proporciona trabajo a los habitantes de Crown Points, aunque sea ilegal, y comienza a ganarse el respeto de sus convecinos levantando un enorme laboratorio en los túneles del tranvía, los mismos que usa Batman, y una red de distribución digna de admirar. Por un lado, obviamente, necesita a todos esos «curritos», pero también ha recibido una fuerte cura de humildad y ha visto cómo todo su mundo se ha ido desmoronando poco a poco.

Francis Cobb, brillantemente interpretada por Deirdre O’Connell, está harta de vivir en un piso sin luz y sin calefacción, y comienza a tener síntomas evidentes de la demencia más absoluta, tanto que, en un momento de lucidez, le pide a su hijo que si llega a un punto de no retorno la ayude a quitarse la vida. Un quiebre que se hace más palpable en Oz cuando ve las luces del centro alumbrando el cielo nocturno de Gotham, para finalmente entender que nunca sido más que un desgraciado de Crown Points. Armado con un alicate se espera a que finalice un acto político y amenaza a un concejal corrupto para que dejen de desviar la electricidad de los barrios marginales. Este lo confunde como un matón sin más de Falcone, lo que era, pero El Pingüino le hace ver que es Oswald Cobb y que está ahí para proteger a los más desfavorecidos del East Gotham.
Por otro lado, Sofia y Sal han hecho firme su alianza y han estrechado lazos, tanto que el propio líder de los Maroni está escondido en la mansión Falcone. Ambos son conocedores de que El Pingüino está distribuyendo el bliss con éxito por toda la ciudad, pero no tienen ni idea ni dónde ni cómo lo está haciendo. Deciden tomar cartas en el asunto y colgar a tres chicos de los Sullivan, una de las bandas minoritarias, para mandar un mensaje de que no se debe negociar con Oz. El Pingüino, a modo de respuesta, toma la arriesgada decisión de distribuir gratis la droga en los barrios de estas bandas a modo de generar demanda y provocar una reunión con los líderes del East Gotham para tratar el asunto…

La muerte de Vic, la investigación de Sofía y la Cumbre de Oro
Permitidme la licencia porque, efectivamente, Vic, que resulta ser el conductor de la moto que vimos en la preview, no ha fallecido, pero sí que ha muerto una parte de él. Tal y como avisábamos en el episodio anterior, tenía toda la pinta de que El Calamar iba a convertirse en un problema. Insiste, amenaza, coacciona y trata de ningunear a Victor para que le meta en el negocio que está llevando con ese tal «Oz». Entendiendo que él debe solucionarlo, se encuentra con el gángster e intenta arreglarlo con dinero, pero este lo toma como un insulto y le exige ver a su jefe, no dejándole más remedio que dispararle. Ya veremos si esto le deja alguna secuela, pero como le dice el propio Oz cuando le consuela: «las siguientes no duelen tanto». Toda una declaración de intenciones sobre la puerta que acaba de cruzar.

Al mismo tiempo, la donna de los Gigante ha comenzado una relación íntima con Julian Rush, al que vemos atado a una silla, y que le ofrece sus «habilidades» en caso de que logren capturar a Oz. ¿Será esto una pista que nos desvele algún detalle más de este enigmático personaje? Tras allanar el apartamento de Oswald, Sofia y Sal encuentran objetos personales de Eve, y la hija de Carmine tira de un hilo dejado por la propia madame para que vaya a su piso y deje en paz a sus chicas. Allí tienen una charla en la que Sofia le desvela la identidad de El Ahorcado y cómo Oz ayudó a su padre a encubrir los asesinatos de esas mujeres, que resultaban ser amigas de Eve. Sofia decide dejarla con vida al admirar el respeto mutuo que mantiene con sus compañeras de profesión, ya que ninguna le ha delatado, y esta, que se siente traicionada por Oswald, le confiesa dónde se esconde.
Finalmente Oz consigue reunir a todos los jefes de las bandas «minoritarias» de Gotham, incluyendo a Zhao y las Tríadas, en lo que él ha denominado la Cumbre de Oro. El objetivo no es otro que formar una alianza fuerte frente a los poderosos de la ciudad, que los ven a todos ellos como ciudadanos de segunda y que no se preocupan ni en saberse sus nombres. Un detalle para nada menor y una prepotencia que hemos visto ejercer a la hija de Carmine en el careo que ha mantenido antes con Eve, ya que esta le ha tenido que recordar quién era y que se conocieron la noche del estreno del bliss. Y mientras El Pingüino logra salir airoso de su cumbre, Sofia ha conseguido colarse en el apartamento y se queda sorprendida al encontrarse con Vic y Francis, a la que ella daba por muerta, celebrando que Oswald ha conseguido que vuelva la electricidad a Crown Points.