Como veníamos observado desde el primer capítulo de El Pingüino, Sofia era una bomba de relojería a punto de estallar y, en el momento en que hemos ido conociendo los complejos elementos que nutren su pasado, esa sensación no ha hecho más que ir haciéndose más patente. Y, finalmente, en el episodio 4 de El Pingüino, el mejor hasta la fecha, la bomba reventó.
La serie está en línea ascendente, sin duda va de peor a mejor, para ir dando forma a una trama que va complicándose por momentos. Y si en episodios anteriores veíamos en Sofia pequeños matices de una ira incontrolable o de una clarividencia que superaba a la de sus tíos y primos, en este último capítulo da rienda suelta a todo su potencial y se descubre como un personaje muy peligroso y a tener en cuenta.
Diez años atrás…
Como ya vimos en la preview, en este cuarto capítulo, titulado Cent’anni, la trama nos muestra los hechos acaecidos una década atrás con una Sofia inteligente, hábil y que cuenta con la plena confianza de su padre, Carmine Falcone (Mark Strong). Tras un acto social para concienciar sobre el suicido, la causa de la muerte de su deprimida madre, es asaltada por una periodista que intenta alertarla sobre una serie de muertes extrañas de mujeres que están sucediendo en la zona VIP de la Sala Iceberg, el Siete Bajo Cero.
Sofia se la quita de encima y su chófer, un Pingüino que trata de hacerse un nombre, le aconseja que es mejor no tratar con la prensa. Pero Sofia no puede apartar esa idea de su cabeza y descubrimos que fue ella quien se encontró el cadáver de su madre siendo tan solo una niña. Trata de hablar con su padre para descubrir más cosas sobre ella, pero Carmine se cierra en banda justificándose en el dolor que aún le provoca hablar de ella.

Los crímenes de El Ahorcado
Aún con ese run run pululando sobre su mente, decide citarse en un lugar apartado con la periodista, una tal Summer Gleeson, que le informa de que han encontrado hasta 6 mujeres muertas por asfixia y que todas ellas estaban relacionadas con el club Iceberg, propiedad de Carmine. Sofia coge la foto de una de ellas, y reconoce unos arañazos que también alcanzó a ver cuando su madre Isabella falleció. Tratando de desestimar esa idea y negándose a que su padre pudiera haber hecho algo así, corta bruscamente la reunión con la periodista y la amenaza con que no diga nada.
Al volver al vehículo, Oz le insiste en que no es buena idea lo que está haciendo y que juntarse con periodistas puede traerle problemas pero ella le manda callar y le ningunea, presa del shock por lo que le ha contado Summer. Así, pasan unos días y llega el cumpleaños de su padre, que la recibe en su despacho y se entera de que Oz ha delatado su cita clandestina con la reportera. El patriarca de los Falcone le echa una bronca y le dice que, aunque es inocente, sabe que la policía lo está investigando, pero al ver que Sofia se enfrenta a él y le muestra sus dudas, Carmine se comporta de la manera más cruel posible, tachándola de loca y le ordena que se vaya de la fiesta.
Oz la está llevando en el coche y le pide disculpas, asegurando que Carmine es su jefe y que lo hizo para protegerla. En ese momento, comienza el calvario de Sofia, puesto que la policía la detiene acusada de los 6 asesinatos, más el de la periodista Summer Gleeson, ante la impotencia de un Oswald que trata de evitar su arresto. En base unas declaraciones juradas de toda su familia, menos de Alberto, la mandan directamente a Arkham para una evaluación psiquiátrica de 6 meses. Testimonios que, obviamente, vienen instigados por el líder de los Falcone, que se revela como el verdadero asesino (recordad que también asesinó a la madre de Selina Kyle en The Batman).
De vuelta a la cruda realidad
Tal y como se vislumbraba en The Batman, algo que seguirá reflejándose en la secuela según Matt Reeves, la corrupción en Gotham es un pozo sin fondo y, bajo la presión y el poder de Carmine, Sofia se queda sin juicio y sin posibilidad de defenderse, pudriéndose diez años en Arkham con el único apoyo de Alberto. Su estancia en la institución mental es una continua tortura bajo la vigilancia del Doctor Ventris, encargado de su evaluación y que la priva de todos sus derechos. Durante su estancia, parece que nadie está dispuesto a escucharla salvo su hermano y el Doctor Rush, ayudante de Ventris, pero algo se va resquebrajando en Sofia y vemos su bondad estallar por los aires cuando asesina a otra reclusa para reclamar su inocencia en una escena espectacular.

De vuelva al presente, el capítulo empezaba justo como terminaba el tercero, con Sofia y Oz a punto de ser ejecutados por los Maroni. Instantes antes de la intervención de Vic, nuestra protagonista se entera de que El Pingüino mató a Alberto y al fin ve el verdadero rostro de su otrora aliado, el de un superviviente nato que haría lo que fuera para prosperar. Cuando aparece Vic, recibe un golpe en la cabeza y es rescatada por Rush, que la lleva a su casa. Allí, le acusa de no haber hecho suficiente por ella en Arkham, a sabiendas de que era inocente, y da muestras de que la traición de Oswald ha roto algo en su interior.
El capítulo finaliza con una cena en apoyo de Luca que se ve interrumpida por la llegada de Sofia, que da un discurso desgarrador exponiendo las vergüenzas de sus primos y tíos, que mintieron y la dejaron tirada en Arkham. Tras asegurar que ella era la más inocente de todos, definitivamente vemos que algo ha cambiado en su interior. Se despide de ellos y vemos cómo, en medio de la noche, se lleva a su sobrina Gia a dormir con ella al invernadero. A la mañana siguiente descubrimos que ha asesinado con gas a todos los miembros de la familia Falcone mientras dormían, menos a Gia y a Johnny Vitti. ¿Por qué? Lo descubriremos en el próximo episodio.