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    Crítica: Los Hermanos Menendez, reflexiones desde la prisión

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    El éxito abrumador de la segunda temporada de Monstruos, a día 12 de octubre sigue en los más alto en del top de Netflix en nuestro país, no ha traído buenas noticias para todo el mundo. Erik y Lyle criticaron la ingenuidad y la falta de sinceridad de la producción de Ryan Murphy y decidieron lanzar un largo documental llamado Los Hermanos Menendez. El proyecto, dirigido por Alejandro Hartmann, ha venido cargado de polémica y da voz a las reflexiones de los hermanos sobre el caso desde la prisión.

    Se prometía como una película reveladora y que sería más fiel y acorde al crimen acaecido en la aciaga noche de verano de 1989 y a los juicios posteriores. El descontento con lo que había hecho Murphy con su historia en la serie, les empujó a dar su versión con un relato que, sinceramente, no dista demasiado de lo visto en la ficción de Netflix y que parece que no tiene otra función que la de justificar su crimen ante la fama que han recuperado tras el fenómeno de Monstruos.

    Una verdad… a medias

    Como he leído en la crítica de John Serba en Decider: «(el documental) se parece más a un desordenado artículo de opinión que a periodismo legítimo», y no podría estar más de acuerdo. Conforme avanza el film, el director va pasando de puntillas por sucesos o eventos sospechosos de la vida de Erik y Lyle, como el estilo de vida desenfrenado que llevaron los días posteriores al crimen, y sin llegar a profundizar en ellos. Pero, por el contrario, centra el foco en aquellos otros que pueden ser beneficiosos para los acusados.

    La sombra del sensacionalismo le persigue continuamente, también en todo lo concerniente a la acusación de los abusos sexuales que hicieron contra su padre José, siendo este el principal motor del asesinato. Aquí el director destina todos sus esfuerzos en contar la versión de los hermanos criminales, acompañando las secuencias de las declaraciones en el juicio con los comentarios que hacen desde la prisión, compartiendo sus impresiones sobre un proceso judicial que ya fue el epicentro de numerosas críticas en su época.

    A día de hoy nadie pone en duda que la personalidad de José Menendez y su labor como padre eran más que cuestionables. El documental tiene pasajes interesantes, como cuando la propia fiscal reconoció que no había encontrado a nadie que hablara bien del patriarca de la familia. Pero, en mi opinión, todo el tiempo y esfuerzo que Hartmann dedica a ir desgranando la personalidad de José, se pierde cuando da por alto otros eventos clave que pudieran desacreditar a los hermanos, como cuando Norma Novelli publicó el libro sobre las confesiones de Lyle que ponían en duda su credibilidad y sus afirmaciones sobre los abusos sexuales. Un hilo muy interesante del que tirar y una oportunidad perdida para hacer una investigación más objetiva y profunda, que el director tira por la borda desacreditando a la periodista con una rapidez fulgurante.

    Un viaje irregular

    El documental transita en unas líneas muy finas que dan a entender que no se ha trabajado lo suficiente en su guión y que la investigación ha quedado muy pobre, levantando todo tipo de sospechas sobre la finalidad del mismo. ¿Se trata de una producción hecha deprisa y corriendo para aprovechar este renovado interés por el crimen? ¿O es un documental hecho a petición y medida de los hermanos con la intención de lavar su imagen? Creo que el hecho de que las cuestiones sean esas y no las concernientes al caso, da a entender que se trata de un producto fallido.

    Los abusos sexuales son un tema lo suficientemente serio como para trivializar o descartar fácilmente la declaración de los hermanos al respecto, pero no por ello se pueden obviar otras cuestiones como el hecho de que ambos confesaran el asesinato de sus padres. Y voy más allá, no creo que estemos ante una injusticia mayúscula e incomprensible como la de los chicos de Memphis de la trilogía documental de Paradise Lost (impresionante obra que deberías ver si te gusta el true crime). Al contrario que este, la obra de Alejandro Hartmann no explora otras vías más allá que las expuestas por los hermanos, habiendo aristas muy interesantes que investigar y a las que solo se aproxima desde un prisma maniqueo, ingenuo y falto de sinceridad. La misma acusación que los hermanos hacían a Ryan Murphy. Lo que son las cosas.

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