En agosto aterrizó Alien Romulus en la taquilla mundial y, literalmente, se ha merendado a todos los rivales que jugaban en su misma liga. De hecho, el sábado 28 de septiembre me acerqué al cine a verla por segunda vez al enterarme de que aún estaba en cartelera. La primera experiencia no fue del todo satisfactoria, ya que tuve la mala suerte de escoger una sesión cargada de gente que no paraba de comentar cada plano y con videollamada en mitad de la sesión incluida. Sí, como leéis. Me llevé una alegría al ver que seguía disponible porque quería revisitarla y sacarle todo el jugo posible a los entresijos de la nave Romulus. Y la verdad que funcionó.
Este segundo visionado me causó una muy grata impresión y me hizo replantearme cómo se hace el cine en la actualidad y en el enorme ejercicio de respeto que ejerció Fede Álvarez sobre el legado que tenía entre manos. Y parece ser que no soy el único que opina igual, visto el éxito arrollador que ha tenido Alien Romulus como la película de terror más taquillera de la historia de los cines IMAX. Pero, ¿a qué se debe tamaño triunfo? ¿Cuáles son las claves que explican este logro? En las siguientes líneas trataremos de desgranarlo.
Cine más allá de un fondo verde
Dijo Fede Álvarez que no se metió a estudiar cine para acabar grabando una pantalla de color verde. Y por ello mismo creo que era el director idóneo para revitalizar Alien, insuflarle vida y devolverle el respeto a una saga que llevaba mucho tiempo deambulando en la mediocridad efectista de la filosofía barata que impuso Ridley en las dos secuelas que dirigió: Prometheus y Covenant. Una tarea que, siendo del todo sinceros, no era plato de buen gusto y que no se sabía cómo iba a ser recibida.
Es por ello que, uno de los primeros aciertos de la campaña de 20th Century Studios, fue la de promocionar con antelación la increíble y laboriosa tarea de Fede Álvarez y el equipo de artistas del que se rodeó, los mismos que dieron forma a los xenomorfos de las cintas clásicas de Ridley Scott y James Cameron. El objetivo desde el primer minuto era el de mostrar que estábamos ante una nueva visión de Alien, más respetuosa y con el objetivo de ganarse a unos fans de la saga faltos de una película a la altura del clásico que le dio nombre. Un cariño que se observa claramente en el Making Off de Greenligt Filmmaking.
Los efectos prácticos son uno de los elementos clave sobre los que se sustenta la obra del director uruguayo, porque nos hace volver a la Nostromo del 79, cuando todo parecía más real, más vivo y tangible. Pero, sobre todo, porque da una nueva esperanza al cine, nos hace volver a sentir la magia del trabajo duro más allá de las capacidades de unos procesadores y tarjetas gráficas, demostrando que se puede hacer una película de gran presupuesto de otra forma más artesanal y, por qué no, más cinematográfica. Un aspecto que los propios protagonistas agradecieron, sin tener que estar «imaginándose» que tenían a un xenomorfo delante, pudiendo verlo en carne y hueso, y facilitando su labor para que se centraran en una actuación más realista y auténtica.

Un viaje por la Romulus
Es cierto que no es una cinta redonda, ni tampoco creo que supere a la obra de 1979, pero es una película valiente. Y más en los tiempos que corren de borrachera de efectos visuales, guiones repletos de efectismos y personajes planísimos y cargados de clichés asequibles. Aquí encontramos una obra con alma y, aunque tiene momentos de flaqueza, rebosa corazón por todos lados.

Se trata de personajes vivos, con los que empatizas, que tienen sus rasgos que los identifican y con personalidades marcadas. Y lo que es más importante, ninguno de los tripulantes toma decisiones que rompan su arco narrativo, ni llevan a cabo acciones absurdas únicamente inspiradas por la magia del guión, algo, por otro lado, demasiado frecuente hoy en día en el género. Tampoco encontramos aquí situaciones heroicas forzadas que empujen de forma inexorable a los personajes a hacer un gran sacrificio sin sentido solo por tener una escena apoteósica.
Jóvenes, aunque sobradamente preparados
Un casting repleto de caras jóvenes que, sin ninguna duda, es uno de los grandes aciertos de la cinta. Adiós a lo viejo, y que llegue savia nueva. Me parece una decisión arriesgada, porque, sin duda, Fede Álvarez podría haberse dejado caer en la clicheica espiral del survival horror teenager, pero nada más lejos de la realidad.

Construye un relato en el que vemos a unos chicos que, desgraciadamente, desde muy jóvenes se han visto obligados a entregar sus vidas a Wayland Yutani con contratos abusivos y sin posibilidad de escapar. Jóvenes huérfanos, sin nadie que cuide de ellos, que han tenido que crecer a pasos agigantados en un entorno extremadamente hostil para convertirse en adultos de forma prematura. Pero el horror al que se enfrentan es algo que supera cualquier vicisitud que hayan superado. Algo notorio y evidente en personajes como el de Navarro, representada como una chica fuerte, dura y decidida que se ve paralizada por el terror desde el momento en que ve al primer abrazacaras, como si supiera que contaba con todas las papeletas para acabar siendo víctima de uno de ellos.

Reconozco que la cinta tiene defectos y puedo llegar a entender que el final no sea del agrado de todo el mundo, pero no porque sea extraño y fuera de lugar, como he leído por ahí. Primero, porque me parece un giro verdaderamente terrorífico y una auténtica genialidad. Y segundo, porque estamos hablando de una película de Alien que quiere aportar algo más que ser una mera repetición de un clásico (Como el Episodio VII: Una Nueva Esperanza. Ah no, El Despertar de la Fuerza, mis disculpas) y, además, se trata de un concepto con el que ya se había jugado en el universo de la saga en entregas anteriores.
También es cierto que, en determinados momentos, el director de Evil Dead se zambulle de lleno en homenajear a las primeras películas, con referencias más que evidentes a Ripley y compañía, pero no creo que eso sea un problema. No vive del revival, no entra en deuda con esos guiños ni tampoco intenta engañar al espectador con una sensiblería barata que nuble su juicio. En mi opinión, son pequeños detalles que sirven para reverenciar el legado que tiene, pero aporta cosas nuevas y construye su propio camino con escenas poderosísimas, como la del ácido en gravedad cero o el parto de Kay, papel que interpreta una Isabel Merced que va in crescendo y a la que pronto veremos en The Last of Us.

No hay personaje prescindible en Alien Romulus, desde Andy, un sintético vulnerable y que tiene como única directriz ayudar a su hermana adoptiva, hasta el cargante Bjorn, que no cesa en su empeño en humillar al indefenso androide, hasta que comprendes la razón de su complejo. En el lado opuesto encontraríamos a Tyler, que se muestra como el personaje más íntegro, aunque sin caer en heroicidades baratas, y, por supuesto, a Rain, una Cailee Spaeny que se come la pantalla cada vez que aparece y que se muestra como una heredera de Ripley más que digna.
